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75 años: una Historia, un Poema, una Identidad

Alejandro Hita

Una historia

Este año se cumplen el 75 aniversario de la Sociedad Argentina de Cardiología y  considero que toda trayectoria histórica invita a detenerse por unos momentos y reflexionar sobre el futuro contemplando el pasado. Es por ello que los invito humildemente a compartir juntos en forma muy resumida el camino transitado.

En este breviario me remitiré solo a los primeros 15 años de nuestra sociedad, por considerar que si bien toda la trayectoria es importante, son los periodos fundacionales los que forjan la identidad de una institución.

Los inicios de la cardiología argentina: el primer libro

El inicio de la cardiología Argentina se podría remontar al año 1901 en ese momento de la historia de la medicina Argentina el Dr. Abel Ayerza describe un cuadro de insuficiencia cardiaca asociado a cianosis que recibirá históricamente la denominación de “cardiacos negros” o enfermedad de Ayerza; esta descripción semiológica será volcada años más tarde por uno de sus discípulos el Dr. Francisco Anillaga en una publicación del año 1912 bajo el título de “Esclerosis secundaria de la arteria pulmonar (cardiacos negros)”, considerado el primer libro de la cardiología nacional; posteriormente plasmado como reconocimiento en el temario central de la primera jornada científica que realizara la Sociedad Argentina de Cardiología en el año 1937.

El primer electrocardiógrafo

La cardiología Argentina comienza a consolidar aspectos de su estructura con la importación en el año 1912 del 1 electrocardiógrafo por iniciativa del Dr. Bernardo Houssay, dicho equipo se utilizo en la cátedra de física médica de la UBA dirigida por el Dr. Alfredo Lanari, se trataba de un equipo Eggleman de origen alemán, en forma casi simultánea el Dr. Luis Agote importaba un Cambridge ingles al instituto modelo del Rawson, equipo similar al utilizado por Sir. Thomas Lewis.

El primer fonocardiograma: nace la especialidad

Años más tarde el Dr. Orias, quien había trabajado en Cleveland con Wiggers, incorpora la fonocardiografía y comienza a esbozarse la formación de profesionales con una mirada propia de la problemática cardiaca y cardiovascular es decir nacía el especialista.  

 

El primer cardiólogo, el primer cateterismo.

A fines del 20 y principios del 30 nuestro país contaba con varios centros científicos de importancia en los estudios cardiológicos, en este sentido cabe destacar el Instituto de fisiología de la facultad de medicina de la UBA dirigido por el Dr. Bernardo Houssay.

La cardiología clínica por otra parte se desarrollaba preponderantemente en las salas de clínica médica de los hospitales de Bs. As. y algunos del interior y un exponente sobresaliente fue la cátedra del Dr. Tiburcio Padilla, considerado en su época como el primer especialista en cardiología. De su cátedra se desprendieron eminencias como el Dr. Cossio y el Dr. Berconsky, que en 1932 realizaron el primer cateterismo cardiaco en América y el tercero en el mundo detrás de Forssmann y Giménez Díaz.

El primer servicio de cardiología municipal  

En el ámbito municipal sobresalió la figura de la sala 12 del Ramos Mejía cuyo jefe el Dr. Rafael Bullrich sentó en el año 1934 las bases de la denominada “asistencia al cardiaco” origen de los actuales servicios de cardiología municipales, sería el también uno de los grandes impulsores de la fundación de la SAC consolidando el vinculo permanente hasta nuestros días entre la historia de nuestras instituciones medicas y nuestra sociedad.

Nace la atención ambulatoria de la especialidad 

Cuando el Dr. Bullrich se traslada desde el hospital Álvarez al hospital Ramos Mejía lo hace acompañado de dos jóvenes y entusiastas médicos, los doctores Braun Menéndez y el Dr. Blas Moia, el primero fue designado por Bullrich como el encargado de la sección de cardiología y creo el primer consultorio de asistencia ambulatoria externa dentro de una institución hospitalaria. Por su lado el Dr. Blas Moia es encargado de la redacción de una revista del hospital, “Archivos médicos del Hospital Ramos Mejía”, publicación abandonada en unos años pero experiencia muy enriquecedora para B. Moia que sentó las bases para la edición y creación en 1934 de la Revista Argentina de Cardiología como veremos más adelante.

            Nacen los servicios de cardiología de los hospitales municipales

 Su creación (la de la revista)permite rápidamente la recolección de información y estadística que demuestra el fuerte impacto en la morbimortalidad de la sociedad argentina de la enfermedad cardiovascular y precipita en 1934 la creación por parte del Dr. Bullrich de dispensarios de asistencia al cardiaco en la municipalidad de Bs As; estos dispensarios fueron las bases donde nacieron los servicios de cardiología municipales institucionalización que se concreto finalmente en el año 1949 y el dispensario que llevara el numero 1 de un total de 10 fue el del Ramos Mejía cuyo delegado fue el Dr. Braun Menéndez, quien en pocos años se desvinculo de la práctica clínica para pasar a ocupar el cargo de director de investigaciones del instituto de fisiología, cargo ofrecido por el Dr. B Houssay.   

Nace la Revista Argentina de Cardiología

Como expresáramos previamente en el año 1934 de la mano de los Dres. Blas Moia y Braun Menéndez nace la revista Argentina de Cardiología, hasta ese momento destacados cardiólogos de la argentina publicaban en diferentes revistas, así el Dr. Cossio por ejemplo lo hacía en “la Semana Medica” y Castex y su grupo (Batro entre otros) en la “Prensa Medica”, se imponía pues la creación de una revista de la especialidad donde convergieran todos los autores. El comité de honor de la revista fue constituido por los profesores Francisco Arrillaga (discípulo de Ayerza), Rafael Bullrich, Mariano Castex, Bernardo Houssay y Tiburcio Padilla a quienes se le sumaron los profesores Clemente Alvares de Rosario y Gregorio Martínez de Córdoba (el mejor estudioso de la cardiología alemana en esa época y autor de “Angina de Pecho” publicado en 1933).

El comité editorial lo constituyeron Blas Moia y Eduardo Braun Menéndez del servicio de Bullrich y Antonio Battro (del servicio del Castex), Pedro Cossio del de Padilla y Oscar Orías del Instituto Houssay. Los redactores  fueron Moisés Benaróz, Isaac Berconsky, Alfrdo Di Cio, Julio García del Rio, Miguel Joselevich, Reynaldo López Ramírez, Horacio Malter Terrada, Carlos Rodrigué y Alberto C. Taquini.

En el año de su publicación los tiempos económicos del país eran complejos y el Dr. Bullrich en su nota editorial expresa “su aparición (la de la revista) demostró la atmosfera de severa independencia en la que se desenvuelve nuestra ciencia médica y en segundo término la capacidad, el nervio y el dinamismo de quienes han debido sortear las dificultades para que la revista se publique”

Quisiera en este punto compartir con el lector una reflexión personal que nace de las palabras de una socióloga francesa que expresaba, no muchos años atrás, que  “ninguna institución es más fuerte que la sociedad que la contiene” ,a esta expresión que es válida, le añadiría sin embargo, que toda institución por otra parte tiene responsabilidades definidas dentro de una sociedad y que independientemente de la evolución de dicha sociedad debe bregar con gran responsabilidad por tratar de aportar su visión y su compromiso en sostener aquellos valores que considera de trascendencia. Así nuestra Sociedad Argentina de Cardiología ha tomado el compromiso y el desafío que quedan plasmados en las palabras de los miembros fundadores de la revista.

Volviendo al relato histórico los primeros trabajos publicados en la revista fueron una comunicación del Dr. Cossio y Berconsky acerca de una entidad clínica nueva para la época “insuficiencia cardiaca inaparente” seguido por un artículo de Arrillaga y Taquini sobre “modificaciones del hilio derecho y las afecciones cardiovasculares”    

La revista, la 7 de la especialidad en el mundo, prontamente fue indexada y recibió importantes reconocimientos de las direcciones científicas del “Archive of Internal Medicine” y del “American Heart Journal”, nuestra revista fue por otra parte la primera en el mundo en disponer de los resúmenes en tres idiomas ingles, francés y alemán.

Las bases estaban sentadas, la cardiología Argentina era una realidad tangible y sus cardiólogos pronto se agruparían para generar un espacio común de intercambio, conocimiento y camaradería, así nace el primer intento de conformación de una sociedad en el año 1935

Sociedad Argentina de Cardiología su fundación      

Eran mediados de 1935 y un grupo de médicos entre los que se encontraban los integrantes de la revista, crearon una denominada “comisión de honor” formada por los miembros de la revista profesores Arrillaga, Bullrich, Castex, Houssay y Padilla; a esa comisión se le solicito que invitara públicamente a todos aquellos a los que les interesara ingresar a una sociedad de cardiología; luego de la inscripción la comisión de honor evaluaría las solicitudes. Esta propuesta recibió inmediatamente el rechazo de los miembros de la mesa de redacción de la revista, que no aceptaban que cualquiera pudiese entrar en la sociedad si no reunía los antecedentes cardiológicos de estudio y dedicación a la especialidad. Esta posición queda bien reflejada en una carta que Braun Menéndez le envía a Oscar Orias el 29 de diciembre de 1936 expresándole: “estamos cansados de ver que, por desgracia, las sociedades médicas o científicas pierden de vista su fin principal, que es el adelanto de la ciencia, para caer presa de las políticas de grupos o para convertirse en feria de vanidades”. Como puede verse este relato del año 1936 sigue teniendo plena vigencia en nuestros días y permítanme realizar una nueva reflexión personal, las palabras de B. Menendez no pretenden de forma alguna generar un espacio elitista, como el facilismo que se pretende argumentar en muchos casos, si no por el contrario es la defensa de valores y convicciones profundos destinados a que una estructura social alcance sus objetivos de un bien común superador.

Así el rechazo planteado por B. Menendez, Cossio, Orias y Moia, al sistema de ingreso, determino el primer fracaso fundacional del año 1935, pero sentó bases para lo que sería la creación definitiva de nuestra sociedad el 9 de abril de 1937. Meses antes a  ese momento se definió un sistema de elección para nombrar a sus miembros fundadores basado en la confección de una lista de aspirantes que tenían reconocido ejercicio en la especialidad, los mismos fueron 33; dicha nómina fue elevada en 1936 a una “comisión especial” integrada por los cinco profesores que en 1935 habían constituido la “comisión de honor” mas la participación de un sexto integrante el profesor Ernesto Merlo y se les solicito que de esa lista votaran a los que por sus condiciones, aptitudes y capacidades fueran considerados cardiólogos y merecedores de integrar una sociedad de cardiología a fines de noviembre de 1936. La votación determino la elección de quince elegidos y ellos fueron:   Con 6 votos:

Antonio Battro, Hosp. de Clínicas, catedra del Prof. Castex.

Eduardo Braum Menendez, Instituto de Fisiología, Tit. Prof. Houssay.

Pedro Cossio, Hosp de Clínicas, cat. Del Prof Padilla.

Julio Garcia del Rio, Hosp. Militar central.

Blas Moia, Hosp Ramos Mejia, Cat Prof Bullrich

Oscar Orías, Instituto de Fisiología de Córdoba.

Alberto Taquini, Hosp. Alvear, Cat. Del Prof. Arrillaga

 

  Con 5 votos:

 

Luis González Sabathie, de Rosario

 

  Con 4 votos:

 

Eduardo Capdehourat, Hosp de Clínicas, Cat. Prof Castex.

Miguel Joselevich, Hosp Alvarez, sala Jefe Dr. Heindenreich.

Reynaldo López Ramírez, Hosp de Clínicas, Cat Prof Merlo.

Horacio Malter Terrada, Hosp de Clinicas, Cat Prof Merlo.

Carlos Rodrigué, Hosp Durand, sala jefe Dr. Spangemberg.

 

  Con 3 votos:

 

Moisés Benaróz, Hosp Ramos Mejia, Sala jefe Dr. Casás.

Juan C Etchevés, Hosp Salaberry, sala jefe Dr. Parodi 

Asimismo se establecieron una serie de reglamentos transitorios que había redactado la gente de la revista que en su artículo primero exponía la necesidad de crear la Sociedad Argentina de Cardiología y nombrar una comisión especial para tal fin; en dicha reunión el Dr. Braum Menéndez propone que esta sociedad tenga una única discriminación, la científica, y que base gran parte de su accionar en la discusión definiendo a la misma como “ el amor a lo bello, a lo verdadero y a lo justo, en tanto en el debate pueden entrar la ambición, el odio y la envidia, y en la controversia el sofisma y la argucia” .

Los primeros secretarios provisorios fueron Braun Menenedez y B. Moia y como puede observarse en el resultado de la elección dentro de los quince miembros fundadores no figuraba el Dr. Isaac Berconsky; esto determino una importante desazón en muchos colegas ya que el Dr. Berconsky había dado muestras sobradas de ser un cardiólogo dedicado y un investigador serio con trabajos como el de gases en sangre en los “cardiacos negros” y al mismo tiempo había sido un tenaz colaborador en la revista; todo esto preocupo a tal punto a B. Menéndez que en carta a Orías (Córdoba) y a P. Cossio (Boston) días después de las elecciones les expresaba que lamentaba profundamente que Berconsky no hubiera sido electo; todo esto motivo una serie de conversaciones entre los electos y la comisión especial y como consecuencia de ello en una reunión siguiente el 29 de Diciembre de 1936 se decide incorporar al Dr. Berconsky como socio con lo cual queda constituida la nómina completa de los miembros fundadores de la Sociedad en número de 16.      

                                         

Un poema

                                    Feliz quien ha conservado

                                    la casa de sus abuelos.

                                    Feliz el sabio que vive

                                    como sus padres vivieron.

                                    Las mismas estrellas guían

                                    por iluminados cielos,

                                    a la hora silenciosa,

                                    los rebaños de sus sueños.

                                    En el solar heredado,

                                    la voz familiar del eco

                                    repite pasos antiguos

                                    detrás de sus pasos nuevos.

                                    Y si al cruzar solitario,

                                    entre sus árboles viejos,

                                    alguna rama le roza

                                    con leve crujido trémulo,

                                    el siente sobre los hombros

                                    las manos de sus abuelos.

                                    Feliz quien tiene encendida

                                    la lámpara que le dieron.

                       

Una identidad

            Para terminar mi relato quisiera compartir basado en lo expresado en los antecedentes históricos y en el poema precedente, una reflexión sobre el concepto de sociedad y pertenencia.

Nuestros dos últimos presidentes el Dr. Carlos Barrero presidente saliente y el Dr. César Belziti presidente actual, han manifestado en las cartas de lectores, su preocupación por el “sentido de pertenecía” a una sociedad, la pregunta frecuente de “porque pertenecer a una sociedad” es una pregunta profunda que para contestarla deberíamos bucear con un poco mas de intensidad en la historia en general y no solo la de nuestra sociedad, ya que dicha pregunta como bien expresa el Dr. Barrero es abarcativa para cualquier modelo de sociedad, incluido el concepto de país.

Permítanme entonces tomar solo algunos escasos y muy resumidos ejemplos de la historia universal y nacional, para reflexionar juntos que los grandes logros de una sociedad en los diferentes momentos de la historia, se relacionaron y se relacionan con un conjunto de personas que se agruparon detrás de objetivos trascendentes y de valores para obtener un bien común superador que solos no podrían lograr. 

Así y con el solo objetivo de demostrar que esos movimientos sociales recorren la historia en forma longitudinal y atemporal, podríamos citar fenómenos sociales tan lejanos como en época medieval, donde Juana de Arco (1412-1431) encabeza a los 17 años el ejercito real francés y convence a Carlos VII de expulsar a los ingleses de Francia,  su lucha por un ideal de libertad determino un enorme movimiento social que determinó la liberación de Francia.

Mas contemporáneamente, Mahatma Gandhi (1869-1948) India, en 1918 al frente del movimiento nacionalista inicia un movimiento social que con métodos de lucha legítimos de la condición humana, como la “huelga de hambre” y en rechazo a la lucha armada, predicó la resistencia al dominio Británico. Su lucha fiel a los valores y los dictámenes de la conciencia y basados en las tradiciones de su cultura genero un movimiento social determinante para la independencia de la India.

Finalmente otro fenómeno social contemporáneo, pero en América Latina, es la campaña libertadora llevada adelante por el Grl. José de San Martin (1778-1850) su campaña y su movimiento social fueron determinantes para las independencias de Argentina, Chile y Perú. Nombrado gobernador de Cuyo con cede en la ciudad de Mendoza tras organizar el ejercito de los Andes cruzo la cordillera libero a Chile y posteriormente utilizando una flota organizada en ese país atacó el centro de poder militar español en Lima.

La pregunta que surge en forma obvia esta en referencia a cuáles son los factores comunes de estos ejemplos de movimiento social y pertenencia en estos eventos  históricos como en casi todos: el agrupamiento social de personas disimiles detrás de valores e ideales superadores.

Los grandes objetivos lo logran aquellas sociedades que interpretan que el espíritu gregario de “pertenecer” tiene como objetivo alcanzar juntos metas superiores y procesos de mejoría basados en el bien común, que en forma individual sería imposible. No hay ningún momento de la historia, de significancia, en donde un conjunto de personas se hayan agrupado bajo un concepto tan mezquino y utilitario como el de plantearse “que beneficios tengo por ser socio”. No se trata entonces de plantearse en una sociedad que me pueden dar, sino que podemos lograr juntos desde nuestro aporte individual, la historia que sostiene a nuestra sociedad no debe ser una historia que la detiene, están todos invitados a la cena como expresa el Dr. Cesar Belziti.

Quisiera terminar compartiendo una expresión de Albert Einstein: “El valor de un hombre radica en lo que es capaz de dar y no en lo que es capaz de recibir”